Seguro que hay alguien en estas reuniones que cree que realmente estas iniciativas van a cambiar el mundo. Uno o tal vez dos de los aproximadamente 500 invitados, pero pongo en duda las intenciones reales de los restantes 498. En realidad y a gran escala creo que no se trata más que de lo mismo de siempre. Al cacique del pueblo siempre le ha gustado hacer favores entre los más pobres: colocar de sirvienta en casa de unos amigos a la hija de esa familia que tanto lo necesita o buscarle algún trabajillo a ese peón que se ha quedado lisiado en un accidente. Lo suficiente como para sentirse por encima del mundo pero nunca lo bastante como para arreglar el problema porque, entonces, ¿quién le regalará la estima con su servidumbre? Estos señores juegan en otra división y por esos sus «compromisos» son de otra escala, pero se trata de lo mismo. El propio Varsavsky deja caer una frase muy significativa en este sentido en la reflexión de uno de sus posts:
«Quizás es una cosa de orgullo, pero ellos quieren realmente aparecer como donantes. Es como la competencia para ver quién es más generoso, quién dona más.»
O sea que se trata de una competición. Casi un juego entre gente con mucho dinero que, además, les degrava fiscalmente y mejora su imagen pública y la de sus negocios. ¿Es compromiso, entonces, o caridad? Y, lo más importante ¿hay verdadero interés por cambiar las cosas? No olvidemos que gran parte de nuestro actual estado de bienestar se basa precisamente en que existen paises donde la materia prima y la mano de obra es muy barata y no hay sindicatos molestos ni gobiernos quisquillosos con las condiciones laborales, lo cual proporciona mejores márgenes comerciales a los empresarios y mayor capacidad de consumo al pueblo llano. Y todos felices.