La frialdad de los números tiene estas cosas. Tal vez a muchas de las personas de derechas, acostumbradas desde siempre a creer en las cosas por acto de fe y sin hacerse demasiadas preguntas al respecto, no les cueste trabajo aceptar una cifra (que, además, corresponde con lo que quieren creer que ocurrió) sin necesidad de que exista un razonamiento de por medio. Yo, por mi parte, estoy esperando ver a alguien que nos cuente, de forma coherente y razonada, donde estaban esos más de dos millones de personas para poder considerarlo seriamente. Mientras que no exista esa explicación, la única forma factible es la que nos cuentan en malaprensa, que la superficie real ocupada por los manifestantes fuese esta:
Y mientras que esperamos esa otra explicación nos tenemos que quedar con las cifras que nos estiman, explican (y que, por si fuera poco, guardan coherencia entre ellas) en el manifestómetro (entre 240.000 y 320.000 asistentes), en el mundo (260.000 manifestantes) o en el país (no encuentro el enlace a los cálculos en su web pero en la edición impresa de ayer estimaban unas 337.000 personas).
Que no son pocas, cuidado, pero que no llegan a los dos millones ni en sueños.