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Cristianismo Gore

El asunto de los santos y los mártires es algo que siempre me ha llamado mucho la atención dentro de la iconografía cristiana. Sobre todo por el abuso de detalles escabrosos de sangrientas torturas y aparatosas escenificaciones de «milagrerío» más propias de una película gore japonesa que de otra cosa. Este pasado fin de semana, en un pueblo de Castellón, vimos un divertido y claro ejemplo de esto: una placa conmemorativa de uno de los «grandes milagros» de San Vicente Ferrer, actual patrón de la comunidad Valenciana. El texto que la acompaña no tiene desperdicio:

Y sí, ya se que hablamos de 1414 y que por aquellos entonces había mucha gente crédula por ahí suelta pero, por más vueltas que le doy al asunto, no soy capaz de imaginarme como se pensarían los cristianos que se desarrolló el milagro. ¿Se fue recomponiendo el niño y sus pedazos se fueron uniendo poco a poco ante la asombrada vista de todos? ¿Las vísceras, que imagino se eliminaron para no amargar el guiso, vinieron flotando desde el cubo de la basura? ¿Tal vez el santo sólo tapó la cacerola y recitó unas palabras mágicas para luego levantar la tapa y descubrir al niño entero aunque un poco más morenito que antes? ¿Se seguirá creyendo alguien aún hoy tan soberana estupidez estas cosas?

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