Esto ha tenido evidentes repercusiones positivas (es indudable que no habríamos llegado al estado actual de informatización sin esta evolución) pero también tiene su parte negativa. Dos, en concreto, son a mi parecer las principales consecuencias negativas de esta evolución.
Por un lado la ‘falta de respeto’ que el usuario corriente siente hacia la informática y los informáticos. Todo parece tan fácil que, aún cuando no lo es, también debería de serlo, así que se menosprecia nuestra formación y nuestro trabajo negándosenos el reconocimiento que sin lugar a dudas se concede no ya a arquitectos u otros ingenieros sino incluso a fontaneros, mecánicos o electricistas (ojo, sin ánimo de ofender de ningún tipo: sólo comparo con otros técnicos especializados que requieren el mismo o un menor número de años de formación).
En segundo lugar, y esto me parece aún más lamentable, está el peligroso alejamiento de la realidad física de la máquina y de su funcionamiento real que sufren en su formación y en su experiencia los propios informáticos y que es un claro lastre para el desempeño diario de su trabajo. ¿A cuantos compañeros conocemos que no son capaces de hacer nada si no es a golpe de ratón?¿cuantos que cuando hablamos de la tabla de particiones de un disco duro se creen que se trata de algo esotérico?¿alguno que jamás haya montado aunque sea parcialmente su PC? Yo recuerdo que durante mis primeros años en la facultad una gran parte de los estudiantes (guiados casi siempre por los libros de Peter Norton ¿los recordais?) hacíamos programitas para volcar o manipular la FAT o la tabla de particiones, creábamos nuestros propios drivers de impresora o ‘jugábamos’ con el contenido de la memoria de nuestros PC’s para ver que es lo que pasaba allí dentro y entenderlo mejor. Ahora (sin ánimo de generalizar, por supuesto) veo que la gente sale de la Universidad cada vez más preocupada en encontrar un puesto ‘de oficina’ y que lo de coger un destornillador no va con ellos.
Quizás siempre ha debido de ser así y los equivocados fuimos nosotros.