La cosa no está como para que hayamos experimentado este asunto en carnes propias pero seguro que lo que si tenemos todos es a algún afortunado conocido que ha experimentado esto tan glorioso de acceder al mercado inmobiliario y comprarse un piso. Salvo muy puntuales ocasiones (acceder a un piso a través de una cooperativa, viviendas de protección oficial adjudicadas directamente, etc.) es prácticamente imposible comprarse un piso en nuestro país sin consentir en pagar una importante cantidad en dinero negro. Si te niegas a hacerlo no te lo van a vender, así que ¿qué haces? Es evidente que la respuesta honesta sería decir: «si tengo que comprarlo bajo estas condiciones prefiero no comprarlo» pero a poco que te intereses un poco sobre como funcionan estas cosas te das cuenta de que se trata de un fraude conocido y consentido por el Estado.
Hace un año aproximadamente hablaba de esto con una persona directamente involucrada en este tipo de actividades y me comentaba cómo se hacen estas transacciones. Habitúalmente la entidad bancaria participa de toda la operación e incluso asesora acerca de como hacerla: facilitan la tasasión que necesitas del piso, ‘arreglan’ los papeles de la hipoteca para disimular la operación, asisten al pago del dinero e incluso facilitan el ‘blanqueo’ del mismo extrayéndolo de la cuenta en transacciones de menos de 3000 euros para evadir la obligatoriedad de comunicarlo. Y, por supuesto, os informan de los beneficios fiscales de escriturar un piso por debajo del valor pagado y del ahorro en impuestos del que os beneficiais. Faltaría más. En este punto os recuerdo que las cajas de ahorros, las cuales suscriben una importante cantidad de las hipotecas de este país, están participadas por organismos públicos los cuales eligen a algunos de sus directivos y por lo tanto están involucrados en las directrices de actuación de las mismas.
A continuación llega el notario, un señor que, nos lee las escrituras de compra y venta, se contiene la risa mientras que lee las ridículas cantidades de escrituración y luego se marcha discretamente con un «imagino que ustedes tendrán que hablar de otras cosas» para no estar presente en la parte más oscura de la transacción dónde se cuenta y cambia de manos el dinero negro. Y, por supuesto, se lleva una jugosa cantidad por hacer esto. El notario, por cierto, es un funcionario público.
A poco que reflexiones sobre este proceso no hace falta ser un Séneca para darse cuenta de que nadie se atrevería a hacer una transacción de estas características sin la ‘cobertura’ que estas dos entidades (banco o caja de ahorros y notario) te proporcionan porque ni el comprador le va a adelantar el dinero al vendedor antes de cerrar la operación con las escrituras de por medio, ni el vendedor se va a arriesgar a entregar las escrituras al comprador y luego, en el bar de enfrente, reclamarle el dinero negro que le adeuda. Tampoco me cabe la menor duda de que, sin la cooperación de inmobiliarias, bancos, cajas de ahorro y notarías, se inventarían otras formas para realizar estas transacciones pero no serían ni tan accesibles ni tan populares.
Definitivamente, estoy cansado de leer tonterías en la prensa…