El panorama parece prometedor a primera vista pero, a mi juicio, existen demasiados flecos para cantar victoria. Por un lado está el Microsoft Office Open XML (MOOX), la propuesta de estandarización que los de Redmon han presentado por su cuenta. Es previsible que en las actuales circunstancias no sea aceptado: un estándar es un modelo que sirve como referencia ¿tiene sentido que existan dos estándares definidos por la misma organización para hacer exactamente lo mismo? En principio no, pero ya veremos. Por otro lado, no olvidemos que Microsoft es miembro de OASIS y, sin embargo, se ha negado desde el principio a usar el formato ODF en las implementaciones de su Office alegando diversos motivos. No creo que ahora acepten el formato tan fácilmente.
Tenemos, pues, dos posibles escenarios de futuro: que el MOOX sea estándarizado también o que, por el contrario, la propuesta de Microsoft sea rechazada. El primer escenario es el más complejo y el más feo: la industria no elegirá libremente y el enorme parque de Office’s decidirá la balanza, previsiblemente, de nuevo del lado de Microsoft. Las administraciones públicas, perezosas y remisas ante cualquier cambio, seguirán usando lo de siempre (máxime si Microsoft continúa sin dar soporte al, en este caso, ‘otro’ estándar a pesar de ser el primero). Por otro lado, aunque el MOOX ha sido presentado como un formato abierto y libre de royalties hay dudas razonables al respecto en cuanto al modelo de licencia y a las patentes de Microsoft en torno al mismo. Mal asunto se mire por donde se mire que, posiblemente, acabaría dejando a nuesto flamante ODF arrinconado.
Vayamos ahora al escenario más favorable: la estandarización de MOOX es rechazada ¿aceptará Microsoft adoptar el ODF?¿Qué pasaría si no lo hace o lo hace no como formato nativo de sus productos sino a través de una exportación, sin facilidades o mediante una conversión de mala calidad? La presión de la industria y, sobre todo, de la administración pública tendría mucho que decir en este escenario y yo no soy tampoco muy optimista en este terreno: hasta Hacienda (que, en teoría, somos todos) sigue usando ActiveX en los servicios que ofrece en su web y existen decenas de páginas de la administración que, pese a las continuas denuncias, no usan los estándares y no funcionan o funcionan mal con navegadores distintos del Internet Explorer. No digamos ya en las empresas privadas…
No quiero cerrar este post de forma tan pesimista: la estandarización del Open Document Format me parece una excelente noticia y el camino correcto a seguir, pero quedan muchas cosas aún por hacer para cantar victoria y que, realmente, podamos decidir libremente la suite ofimática que queremos usar sin problemas de incompatibilidades entre plataformas.
Y para quien quiera hacerse una idea por si mismo de las ventajas e inconvenientes de ambos formatos, en la wikipedia existe una detallada comparativa.
Otras opiniones en los blogs de Juantomás, Antonio Ortiz, Sergio Hernando y en Creative Minds.