- 500 grs. de judías verdes.
- 4 o 5 dientes de ajo.
- 100 grs. de taquitos de jamón
- Vino blanco.
- Sal y aceite de oliva.
La dificultad del plato es proporcional a su número de ingredientes 😉 El único «coñazo» es que lógicamente hay que cortar las judias verdes (que frudesa y compañía me perdonen pero nada de comprarlas congeladas y cortadas ¿eh?) pero siempre nos las podemos llevar al salón y cortarlas allí mientras que escuchamos el telediario o algo así ¿vale? A las judías verdes, para el que no lo sepa, hay que cortarles ligeramente las puntas y luego trocearlas. Y un detalle aquí: mi madre les hacía siempre un corte longitudinal antes de trocearlas con lo cual las judías quedan más delgadas. No se porqué ni que importancia tiene esto aparte de lo meramente estético pero como se tarda poco más yo sigo haciéndolo al igual que ella y cuando las como fuera de casa y no están cortadas así no me saben igual. Caprichoso que es uno…
Las judías cortadas se cuecen en una olla con abundante agua hirviendo y una pizca de sal hasta que están tiernas a nuestro gusto. Una vez tiernas se escurren y se apartan. Cortamos los dientes de ajo en láminas y los freímos. Cuando están ligeramente dorados se añaden los tacos de jamón. Se dan un par de vueltas y cuando el jamón empieza a tostarse y a soltar grasa se añaden las judías escurridas y se saltea todo durante unos minutos removiendo bien para que la verdura coja el gusto del jamón. Añadimos el vino blanco (unos 150cc o así) y cuando rompe a hervir bajamos el fuego y dejamos cocer a fuego lento mientras el vino se reduce. Después de unos minutos de haber añadido el vino probamos para ajustar de sal. Y ya. Listo para comer. Congela muy bien así que eres libre de cocinarlo en ingentes cantidades y guardarlo en tuppers individuales en la nevera.