Hace unos días me llama la secretaria personal del gerente de mi centro porque dice que «el monitor se ha quedado negro y el ordenador no responde». Cuando llego a su despacho me dicen (en realidad son dos las secretarias aunque aquí no parece aplicar eso de dos cabezas piensan mejor que una) que «han probado a cambiar de ratón a ver si era eso pero que así tampoco funciona». ¿Por qué extraño y complejo racionamiento puede un ser humano adulto, normal y con plena capacidad de raciocinio pensar que la imagen de la pantalla tiene algo que ver con el funcionamiento del ratón? El problema real era tan sencillo como que el cable del monitor se había soltado ligeramente (no lo tenían atornillado) posiblemente por un movimiento del pié o algo similar. Pero, claro, puesto que el ratón y el teclado eran inalámbricos y habían sustituido «en caliente» el emisor de infrarrojos para poner un nuevo ratón, ahora tampoco funcionaban ni el antiguo teclado ni el nuevo ratón. Y el equipo había entrado ya en estado de ahorro de energía… ¡Ay!¡Usuarios!