Este verano me presenté por segunda vez a las oposiciones para profesor de Secundaria en la especialidad de Informática con objeto de dar clases en los Ciclos Formativos (la antigua FP, vaya). Y aprobé el examen, pero puesto que en realidad se trata de un concurso-oposición, los puntos de experiencia docente cuentan casi como el 50% de la nota final (4,95 sobre 10, hay cerca de 30 personas con el máximo y yo tengo un bonito 0) y la convocatoria de este año de la Comunidad de Madrid ha sido especialmente raquítica, me quedé sin plaza. La parte positiva, que la hay a pesar de todo, es que al haber sacado una buena nota en las pruebas (algo injusta, por excesiva, para el tiempo que le he dedicado, si he de ser sincero conmigo mismo), he quedado lo suficientemente bien colocado en la lista de interinos como para que me llamen casi desde el principio de curso. Y ahí estoy desde hace ya algo más de tres semanitas….
Si hay quien sigue pensando por ahí que el trabajo como profesor está especialmente bien recompensado que se olvide de ello. Habrá de todo, por supuesto, pero prepararse unas clases medianamente dignas para que un par de decenas de «hormonas con patas» mantengan minimamente el interés durante tres horas consecutivas es algo que requiere de mucho tiempo y dedicación. Tampoco digo que el trabajo esté mal pagado y/o recompensado, ojo, sólo que las condiciones me parecen justas. Ni por encima, ni por debajo de lo necesario.
Además, sigo colaborando como voluntario con la ONG en la que trabajaba hasta ahora y esto me consume aún más tiempo. Por el momento lo sobrellevo, pero el resultado es que puedo dedicarle muy poco tiempo a otros menesteres. Y así está esto. Por cierto, para quien le interese, la plaza para el puesto que he dejado libre como responsable de sistemas aún no se ha ofertado públicamente, pero está vacante, así que si ese lector que tengo por ahí está interesado, que me avise o se inscriba diréctamente por aquí. Una advertencia al respecto: una ONG paga, al menos para estos puestos, un salario muy por debajo de lo que se percibiría en otros sectores, así que es preciso que quien acuda a una oferta como esta tenga ciertas necesidades ya resueltas y aporte un exceso de motivación. A cambio se sentirá especialmente gratificado y tendrá el lujo de participar en proyectos que difícilmente podría encontrar en otros sitios.
La semana pasada, además, cumplí 40 años, que se dice pronto, pero que si te paras a pensar es, con suerte, la mitad de tu vida y posiblemente te deja apenas unos 20 años de margen para disfrutar de lo que podríamos considerar como una vida plena. Hasta el momento no me molesta envejecer. Lo considero algo, más que inevitable, perfectamente normal. Tengo la suerte, además, de que siempre he gozado de buena salud y me encuentro cómodo con mi forma física, así que por el momento no encuentro motivos de preocupación. Pero seguro que ya los tengo más cerca… Ah, tenía medio prepadada una tontuna para publicarla por aquí, pero no me dio tiempo a acabarla. La guardaré para cuando cumpla los 50 😉
Y… ¿Queréis más cambios? ¡Pero si hasta llevo dos semanas usando Gnome! 😛
P.D.: Está claro que debe de ser algo inevitable: otoño sigue siendo mi momento para los cambios…