- 1 pollo de corral de alrededor de dos kilos.
- 5 o 6 dientes de ajo.
- Hierbas aromáticas (tomillo, romero, orégano y perejil fresco).
- Sal y pimienta negra molida.
- Aceite de oliva.
- 500 gramos de patatitas navarras o gavachas.
- Un vaso de vino blanco.
El pollo ha de estar entero en una pieza pero bien limpio de entrañas. Para prepararlo, hacemos un majado con los ajos bien picados y la sal. Embadurnamos bien por dentro y por fuera el pollo con la pasta resultante. Luego lo colocamos en una bandeja de hornear, lo espolvoreamos con pimienta negra recien molida, lo regamos con un poco de aceite de oliva y echamos el vaso de vino blanco en el fondo de la bandeja. El horno ha de estar precalentado a 200 grados antes de introducirlo en él y si cuenta con uno de estos ventiladores que ayudan a distribuir el calor el resultado será mucho mejor.
La preparación es bien sencilla y lo más importante es evitar que el pollo se reseque por su parte superior, la que no está en contacto con la bandeja, durante las casi tres horas de preparación que necesita. Para evitar esto, aproximadamente cada 15 o 20 minutos tenemos que abrir el horno y, con un cucharón y mucho cuidado de no quemarnos, iremos recogiendo el caldo del fondo de la bandeja y regaremos el pollo para humedecer las partes más expuestas. Cada 30 o 40 minutos aprovecharemos para darle una vuelta a la bandeja o al propio pollo y conseguir así que se ase de forma uniforme.
Las patatas necesitan sólo una hora al horno para estar en su punto, así que se echan al fondo de la bandeja cuando el pollo lleva aproximadamente dos horas de cocción. Los resultados, dignos del mejor de los banquetes de boda, quedan a la vista 😉