Ni yo ni ningún familiar directo mío (al menos por el momento y que yo sepa) desempeña actividad alguna mediante la que se beneficie o pudiera beneficiarse de ninguna de las maneras de los derechos de autor. Estoy de acuerdo con que el modelo actual de derechos de autor y los métodos que se usan tanto para gestionarlos como para recaudar «compensaciones» precisan de una reforma y el modelo de negocio en el que se sustentan de una profunda renovación. Considero, como no podía ser de otra manera, que la forma en que este gobierno ha querido favorecer al colectivo y a las organizaciones que más se benefician de la situación actual ha sido burda, desafortunada y, lo que es peor, ha dejado de nuevo en entredicho la enorme falta de coordinación que existe entre las diferentes carteras ministeriales. Aún así, no puedo ni quiero, ni siquiera como mal menor, apoyar un manifiesto desafortunado en su concepción y en su contenido por muchas y diferentes razones. Y como ya se ha escrito mucho y muy bien sobre el tema durante los últimos días, me limito a dejaros aquí una pequeña muestra de aquellos enlaces con los que más identificado me he sentido: