Distrito 9 (2009) y 12 hombres sin piedad (1957) han sido, cada una en su estilo, las dos mejores películas que he visto durante este mes de enero. La primera usa el método de cámara en primera persona o cámara en mano (del que tanto se está abusando ya, todo hay que decirlo) para contar una fábula acerca de un asentamiento de refugiados extraterrestres hacinados en un gueto de Sudáfrica y, a través de ello, el rechazo inconsciente e irracional que los seres humanos sentimos hacía lo diferente. Curiosamente, 12 hombres sin piedad nos habla, con un enfoque absolutamente distinto (interpretación pura y dura, sin concesiones y sin más escenarios ni efectos que un despacho y un cuarto de baño donde los miembros de un jurado se encierran a deliberar) de otro de nuestros grandes problemas: los prejuicios. Y lo hace a través de las reflexiones de un jurado popular que tiene que declarar culpable o inocente a un acusado de asesinato.
Cerquita, cerquita, les siguen dos de las películas de la llamada Trilogía del dólar de Sergio Leone y Clint Eastwood: Por un puñado de dólares (1964) y La muerte tenía un precio (1965). Historias épicas, frases redondas, poses chulescas y todos esos ingredientes que deberían de componer una simple película de serie B sin más transcendencia y que, sin embargo, aquí funcionan. Un verdadero misterio.
Dónde viven los monstruos (where the wild things are, 2009) ha sido el único estreno que he ido a ver este mes. Me fascina casi todo lo que viene de la factoría de Henson y no podía perdérmelo. Sin embargo la historia, un cuento onírico acerca de la difícil intersección entre el mundo de los niños y el de los adultos, no me llegó demasiado. Tal vez me cogió en un mal momento.
Quo Vadis (1951) ha sido la peli «de tradición». Una de esas viejas joyas de temática bíblica que a fuerza de ver en Navidades y Semana Santa durante toda tu vida luego acabas echando de menos en estas épocas. No tenédmelo en cuenta… y a ver si alguien me encuentra La túnica sagrada para dentro de un par de semanas 😛
Elegy (2008) no es lo mejor de Coixet, pero se deja ver y Penélope Cruz no lo hace del todo mal a pesar de que la sacan del papel de arrabalera chillona que parece ser su único perfil bueno y que tantos éxitos le está haciendo cosechar. Sicko (2007) es otro de esos didácticos (y, seguro, un «pelín» tendenciosos) documentales a los que Moore nos tiene tan acostumbrados y que desgraciadamente se ven muy poco en su país que es donde realmente podrían servir como herramienta de sensibilización. El luchador (2008) cuenta, efectivamente, con una maravillosa interpretación protagonista por parte del renacido Mickey Rourke, pero nada más. La historia es plana y muy predecible casi desde los títulos de crédito. Por cierto ¿Sabe alguien por qué les gustan tanto las historias de «viejas glorias» a los yankees? Por que llevamos una racha, que…
The Spirit (2008) ha sido una gran decepción. No es tan impactante como Sin City aunque la copia estéticamente en absolutamente todo, ni resucita nada del espíritu del entrañable personaje creado por Will Eisner. En la misma línea podemos meter a El grito (2004), una burda copia de The ring y que no aporta nada nuevo al género. 28 días después (2002) es una película igualmente intrascendente sobre zombies infectados y que me dejó totalmente indiferente. La vi sólo y casi de madrugada y me acosté tan pancho, sin nada, nada de miedo. Una verdadera lástima.
Y el premio a lo peor del mes se lo lleva, sin lugar a dudas, y con un gran margen respecto a las demás, La montaña embrujada (2009). Un bodrio infumable de esos que te colocan en el AVE y que debería de ir acompañado de un descuento en el billete.
No son zombies porque no llegan a estar muertos en ningún momento ¿no cree usted? Y si, tengo pendiente de ver la secuela. Lo mismo mañana cae.
Un placer verla también por aquí.
Completamente de acuerdo con usted en todo, Morales, salvo, quizás, en su apreciación de 28 días después. Igual es que yo en pelis de zombies (eso de «infectados» me parece una modernidad)no tengo criterio, pero me gustó bastante. No es de dar mucho miedito, la verdad, pero se le queda a una mal cuerpo y la cabeza pensando a full. La secuela, 28 semanas después, aún sin volarme la cabeza, podría recomendarla. ¡Nuestro Juan Carlos Fresnadillo casi parece un director inglés!
De las de la trilogía del dólar, nada que decir. Clint es mucho Clint y consigue que, hasta las chicas, a las que se nos presupone una sensibilidad no siempre acertadamente, queramos ser como él, y poner esas caras, y decir esas cosas y luego marcharnos como quien no quiere la cosa.
Sayonara, beibi.