Por el momento en mis servidores sigue habiendo una Debian. Eso, al menos para mi, no tiene discusión alguna. Ahora bien, en el escritorio prefiero una distribución más, digamos, ‘cómoda’, dónde exista un cierto compromiso entre la estabilidad que proporciona y la actualidad de los paquetes que proporciona. Y todo ello sin exigirme demasiados esfuerzos. En esta categoría tenemos, así de primeras, a Mandrake, Fedora, Ubuntu y Suse. Yo he pasado en algún momento por todas y cada una de ellas y siempre me ha gustado más Suse, pero me limitaba a mirarla por el rabillo del ojo y me echaba para atrás su ferrea estructura comercial. Ahora, con OpenSuse, esto ya no es problema. Lo que menos me gusta de Suse es la utilidad de instalación y actualización de paquetes, muy poco funcional y por debajo de yum, urpmi o, por supuesto, de apt-get (¿para cuando un soporte completo en línea de comando?). Pero para eso existe ya apt2rpm y espero que muy pronto klik ‘de serie’. La primera versión de OpenSuse (la 10.0) no es redonda todo hay que decirlo, pero tampoco lo esperábamos: desgraciadamente el «time to market» también es algo que afecta a los proyectos de software libre y no olvidemos que la sombra de Novell está detrás de este proyecto. No obstante, la tengo instalada en dos de mis principales ordenadores de escritorio en el trabajo y en casa y tengo muy pocas quejas y casi siempre por ‘experimentaciones’ con paquetes ajenos a la distribución, cosas que en un ambiente controlado y corporativo jamás deberían de transcender.