Como homenaje y, para los que no conozcáis su tono, aquí tenéis uno de sus primeros apuntes por Internet de este Diario de un resentido social:
Nosotros, las ratas.
Científicos de Oxford han conseguido alterar no sé qué en el cerebro de unas ratas y han logrado que se enamoren de los gatos. En lugar de esconderse de ellos, los buscan. Pero como el cerebro de los gatos sigue siendo el mismo, se zampan a las ratas, con gran satisfacción.
Lo que no entiendo es por qué no han bautizado al experimento con un nombre adecuado. «Globalización», por ejemplo.
Lo echaré de menos.