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Series, series y más series…

Nunca me han gustado las series. Salvo Friends, claro. A mi juicio no son más que telenovelas para públicos «diferentes» donde el desarrollo de la trama se hace forzadamente lento capítulo a capítulo sin que apenas pase nada en ninguno de ellos. Y, que diablos, que no hay tantas historias que necesiten 10 horas (¡o más!) para narrarse y que puedan ser realmente interesantes. Se salvan, claro, aquellas que presentan una estructura de capítulos autoconcluyentes atados por el hilo conductor de sus protagonistas que van mostrando algún tipo de evolución más o menos conseguida. Pero vamos, eso ya estaba ahí con Los hombres de Harrelson, El superheroe americano, Luz de luna… ¿Os acordáis?

El chip me cambió hace dos años. Desde que nació Juanito empecé a verle la utilidad a estas pequeñas piezas de pseudo-cine que duran entre 40 y 50 minutos: el tiempo ideal durante el que eres capaz de mantener el interés (¡y los ojos abiertos!) una vez que has acostado a la bestezuela. Máxime en estos tiempos en los que los directores se han vuelto locos y es casi imposible encontrar una peli con un metraje inferior a los 120 minutos ¿Tanto ha bajado el precio del celuloide? Ah, espera, que ya no se usa celuloide… 😛

Pero bueno, a lo que vamos. Durante el último año he descubierto varias nuevas series y alguna de ellas ha sido gracias a recomendaciones de gente de la que me fío. Para «devolver el favor» (y buscar posibles reemplazos) voy a hacer aquí una lista de lo que estoy viendo o he visto últimamente y si las considero aprovechables o no. Ojo: sólo series que aún están en la primera temporada. Para las consolidadas no hacen falta recomendaciones y hay fuentes mejores que este blog. Ahí van:

House of Cards. Posiblemente lo mejor que he visto en lo que va de año. La conocí a través de Antonio de Error 500, un malagueño al que jamás haré caso de una recomendación músical (¡tiene un gusto pésimo!) o para comprarme un portátil (demasiado pijo) pero que me ha descubierto de vez en cuando buenos libros. Y ahora una serie. La empecé con miedo porque El ala oeste de la Casa Blanca me parece, a pesar de sus miles de fans, un truño falso y blandengue y me temía algo similar. Para nada. Se trata de una serie que refleja de la forma más real y descarnada las miserias, corruptelas y servidumbres entre políticos, periodistas y grandes empresas. Si, si, como ver el telediario todos los días. La temporada 2 se emitirá en 2014 pero aún no tiene fecha de estreno.

Bates Motel. Los Bates, madre e hijo, acaban de comprar el Motel que hicieron famoso en la película Psicosis y se trasladan allí con objeto de empezar una nueva vida. Eso si: en la época actual de iphones y demás. La perturbadora relación entre madre e hijo se presenta bastante creíble pero hay algo que falla y que no me deja disfrutarla. Es predecible, los personajes son muy planos… no he sido capaz de aguantar más de los tres primeros episodios que le concedo a una prueba. Descartada.

Hannibal. Y otra de psicópatas. Esta recrea los años en los que el Doctor Hannibal Lecter (para los más jóvenes, psiquiatra obsesionado por el canibalismo y popularizado en la literatura gracias a las novelas de Thomas Harris y en el cine con El silencio de los corderos) dirige una consulta íntimamente ligada con la unidad del FBI de ciencias del comportamiento, la división encargada de capturar a los asesinos en serie más sanguinarios y transtornados. Los personajes son interesantes y están bien construidos (en particular Will Graham, el alter-ego del doctor Lecter que lucha por controlar sus inclinaciones) y no se ahorran detalles en la recreación de los escenarios del crimen. Los diálogos y situaciones encaminados a reflejar el complicado mundo de las enfermedades mentales, su tratamiento y su padecimiento también están muy logrados. La segunda temporada también está ya garantizada para el año que viene y yo la espero con apetito. Por cierto: el doctor Lecter se presenta como un exquisito gourmet conocedor de los más delicados y sofisticados manjares, pero después de verlo hablar sobre el jamón serrano, cortarlo usando un cuchillo de cocina y comerlo con tenedor el personaje pierde bastante… 😉

Arrow. Está centrada en Flecha Verde, un superheroe de segunda fila de la DC que, por si no lo conoces, no se trata más que de un clónico de Batman: un millonario playboy que ha perdido a su padre en extrañas circunstancias y que con la ayuda de un extraordinario entrenamiento físico y mental y un montón de juguetitos de alta tecnología se convierte en un justiciero enmascarado. Lo único destacable de la serie es el impresionante físico del protagonista. Salvando esto, está enfocada a un público demasiado adolescente para engancharme (copiando el estilo de Smallville). Alejaos de ella a no ser que tengáis menos de 17 años o disfrutéis viendo bellos y esculturales cuerpos masculinos.

Vikings – Descubierta gracias a mi amigo Kade (quién, por cierto, se ha embarcado últimamente en El contragolpe, un proyecto que os encantará si os gusta el deporte). Su punto fuerte es la posibilidad de conocer los ritos y costumbres de una cultura tan diferente a la nuestra y la confianza de que, estando avalada por el Canal History, debería de estar bien documentada. La historia que relata no da para mucho (al menos hasta ahora) pero, inexplicablemente, me he tragado la primera temporada sin pestañear y aplaudo que hayan renovado por una segunda.

Defiance. Esta tampoco me ha funcionado. Personajes poco convincentes, ambientación y maquillaje muy falsos… Su atractivo debería de ser la historia de convivencia y enfrentamiento entre distintas razas intergalácticas muy diferentes que se ven obligadas a convivir en una tierra post-apocalíptica pero, a mi al menos, sólo me transmite sopor y aburrimiento. A la hoguera.

Zero Hour. Recomendación de mi amigo Guillermo (que tiene su hogar digital por aquí). En EE.UU. no ha funcionado bien y, después del tercer episodio, la relegaron a un horario de segunda categoría. A mi, sin embargo, me enganchó desde el primer momento a pesar de que no tenía ninguna papeleta. Mezcla una trama que combina de forma incoherente las conspiraciones pseudo-histórico-religiosas de los libros de Dan Brown con las aventuras de Indiana Jones. Pero mola. Que queréis que os diga: asumo mis contradicciones…

Elementary – Sherlock Holmes está de moda, es evidente. Tenemos la adaptación al cine de Downey Jr., la fabulosa serie británica que lleva ya dos temporadas (y regresa en octubre con la tercera) y ahora esto que, posiblemente, es el peor producto de los tres pero que, aún así, aguanta el tipo y se hace entretenida. En este caso el nuevo Sherlock vive en el New York de nuestros días y Watson (Luci Liu) es un asistente contratado por su padre para ayudarle a superar sus problemas de adicción a las drogas. Las historias son irregulares y a veces abusan del síndrome del mayordomo (el culpable es ese personaje que sale cinco minutos al principio del episodio y no le volvemos a ver el pelo hasta el final) pero la mayoría de las veces te dejan participar de la deducción que conduce a la resolución del caso. Lo dicho: no es Sherlock pero ayuda a hacer agradable la espera hasta octubre.

ACTUALIZACI?N: Utopía es otra serie inglesa a la que he llegado gracias a la recomendación de Anuxi y que, después de tan solo el primer capítulo, presenta un aspecto inquietante. La trama gira alrededor de un misterioso cómic dibujado por un genetista internado en un psiquiátrico que murió en circunstancias bastante extrañas y que alguien tiene bastante interés en que no salga a la luz. The hour y The fall son dos series inglesas recomendadas por mi excompañero Lorenzo que me he devorado en apenas una semana. La primera es una historia sobre periodismo y espionaje en la BBC durante los años de la guerra fría. La segunda trata sobre un asesino en serie en el complicado mundo de las dos Irlandas.
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