Me comentaba una buena amiga esta mañana durante el desayuno que su hija pequeña al ver el gentío alrededor de las procesiones de Semana Santa comentaba «mamá, mamá ¿es otra manifestación?». Que habrán estado haciendo los últimos fines de semana…
Y menos mal que no se arrancó directamente con eso de «España merece otro presidente» o «Zapatero dimisión». Aunque lo mismo aplauden y todo…
Pero para que nadie se llame a engaños: mis padres no me llevaron a la mani que refiero en la que hubo una carga policial. Simplemente pasábamos por allí. Casi todas las manifestaciones a las que he ido en mi vida han sido legales salvo alguna que otra en los años de universidad en las que acabamos corriendo delante de esos «refrescantes» camiones con mangueras de agua a presión que tan populares se hicieron en aquellos años…
Es que estás hecho un rojeras!!!
A Federico vas!!!
¿Ves???? Lo que yo me temía… así has salido! Pues no quiero imaginarme a Mario!
Cuando yo nací todavía no eran legales las manifestaciones en este país. Las primeras imagenes que recuerdo de estas cosas son una espeluznante carga de policias a caballo armados con vergajos sobre unos manifestantes en La Campana (Sevilla) posiblemente en los últimos días de la dictadura y luego cuando mis padres nos llevaron a las manifestaciones de petición del Estatuto de Andalucía.
Mi hijo lleva asistiendo a manifestaciones desde que tenía seis meses. Pero no seis meses de vida fuera de mí, sino cuando estaba embarazada de seis meses. Me tocó currar y fui, al menos, a dos. Es cierto que todos los compañeros me protegían y casi hacían una cadena a mi lado para que no me rozase ni el aire! Ya empecé a intuir entonces que probablemente Mario saldría… pelin escorado al combate social! Y ahora, a asumir las consecuencias!!!