El pollo al ajillo es posiblemente la primera receta que muchos de nosotros hemos comido y/o cocinado con este pájaro como ingrediente. Es fácil y rápida de hacer, baratita y apta incluso para dietas. P’a que mas 🙂
- Un pollo y medio.
- Una cabeza de ajo.
- Una lata de cerveza o un vaso de vino blanco.
- Sal, pimienta negra y aceite de oliva.
Para prepararlo usaremos, preferiblemente, una sarten o cazuela lo más amplia posible y no una olla. El pollo, troceado convenientemente, se salpimenta unos minutos antes de comenzar la preparación. En aceite de oliva se frien los ajos (picados, pero no demasiado) durante unos minutos y cuando están dorados y teniendo mucho cuidado de que no se quemen ni una pizca para que no amarguen, se retiran y se reservan. En ese mismo aceite, se fríe el pollo troceado hasta que esté bien doradito (unos 20 o 30 minutos a fuego medio). A continuación se añaden de nuevo los ajos, se le da un par de vueltas a todo y se añade la lata de cerveza (o el vino blanco). Se deja cocer durante unos 15 minutos, se prueba para ajustar la sal si es necesario y listo. Mucho mejor si lo acompañamos de patatas fritas.
Un par de notas: en mi casa gusta mucho cocinar con ajo y, además, le tenemos mucho miedo a los vampiros, pero soy consciente de que no todos comparten ni nuestros gustos ni nuestros temores. Seis o siete dientes deberían de bastar en ese caso. Por otro lado, como ya sabéis la piel del pollo suele tener mucha grasa. Si queréis que el guiso sea más ligero no dudéis en quitársela o pedir a vuestro pollero que lo haga.
Me encanta el pollo al ajillo!!! y el ajo también que sobre 🙂
Mi «pollero» voy a tener que cambiarlo, porque las cajitas de plástico del Mercadona no le quitan la piel y es un pringue quitársela 🙂