La primera vez que visité el SIMO fue en el año 1991. Yo, por aquellos entonces, vivía en Sevilla en casa de mis padres, estaba a caballo entre segundo y tercero de carrera, me desplazaba a todos sitios en una enorme bicicleta verde de piñón fijo y simultaneaba dos trabajos, uno como técnico informático en la delegación provincial de CC.OO. de Sevilla y otro como programador en DEINSA, una pequeña empresa creada por dos profesores de la Universidad y un funcionario en excedencia del Ministerio de Medio Ambiente. Y aún me daba tiempo de irme de cervezas de vez en cuando, no creais… Ahora, mirándolo con perpectiva, me maravillo de como se le pueden estrujar tantas horas al día…
Pero iba a hablaros de esa primera visita al SIMO… la organizamos a través de la universidad y ‘fletamos’ un autobus que nos recogió de noche en «El Caballo» (El nombre coloquial que se da en Sevilla a el Prado de San Sebastián, el antiguo Real de La Feria) y nos dejó sobre las seis de la mañana en la Plaza de España.
Yo había venido otras veces a Madrid (mi padre era madrileño), pero era muy pequeño y hacía al menos 16 o 18 años que no pasaba por la capital. Tampoco había viajado mucho, la verdad, mi familía nunca tuvo muchos recursos y aparte de un viaje a Lanzarote (uno o dos años antes y gracias a una amiga azafata canaria que hice en Sevilla), un campamento de verano en Tragacete (Cuenca) muchos años antes, y esas visitas ya olvidadas de mi infancia a Madrid, no recuerdo haber salido, no ya de mi comunidad autónoma, sino de mi provincia y aledaños (Chipiona y Matalascañas era para muchos como si pertenecieran, de forma compartida, a Sevilla, y que me perdonen los gaditanos y onubenses que se sientan ofendidos). Imagino que a la gente que ahora tiene ventitantos años todo esto le resultará muy extraño pero es que las cosas han cambiado mucho en 15 años… Dios, pero como han cambiado!
Para dormir habíamos sacado un carné de grupo del TIVE y reservamos noche en el Albergue Juvenil de La Casa de Campo. Todo era una aventura. Con alguno de los compañeros que hice aquel viaje ya apenas tengo un contacto esporádico o ni siquiera eso: mi buen amigo Javi (Javier Ruiz Cortés), la alegre y maravillosa Irene (Ballesteros Ainsa), Pili (más conocida como «Pili 10», uno de los mitos eróticos de la carrera), Josema (Jose Manuel Mayo), Antonio José Saenz Albanés (aka «El Acomodador», aka «Pelopincho») y, por supuesto, Amador «MAC» Durán Toro, un chico al que apenas conocía (reconozco que hasta entonces no me había acercado a él por prejuicios) y al que aprendí a apreciar durante este viaje. Sólo he conservado el contacto cercano con uno de los integrantes de aquella expedición: mi amigo Alberto González que por aquellos entonces era un ‘personaje secundario’ y hoy en día se ha convertido en uno de mis mejores amigos.
Otra vez me he ido… volvamos de nuevo al SIMO… el SIMO, ahora Feria Internacional de Informática, Multimedia y Comunicaciones, antes era el Salón de la Informática y el Mobiliario de Oficina (¿a qué ahora os cuadran mejor las siglas?), se celebraba en el recinto ferial de la Casa de Campo (el recinto actúal aún no existía) y consistía casi por entero en un enorme escaparate de mesas de despacho, sillas reclinables y estanterías con archivadores de última generación. La informática era algo marginal dentro de la feria. Pero vamos, a quien quiero engañar: tampoco habíamos venido a ver ordenadores!
Organizamos viajes desde la facultad al menos durante dos o tres años más y, una vez fuera de la universidad, he tratado de asistir puntualmente todos los años y ahora me alegro porque me sirve como referencia para tener conciencia de la extraordinaria evolución que ha sufrido el sector, de como le ha ido comiendo terreno a los percheros y archivadores hasta hacerlos desaparecer, la llegada de los primeros windows 386, la caída de Novell, la aparición de OS/2, la llegada de Internet y la universalización de las comunicaciones, el desembarco de LINUX, las aplicaciones y dispositivos inalámbricos… Reconozco que en más de una ocasión me he marchado desencantado pensando que «no había visto nada nuevo» pero ahora entiendo que lo mas interesante no es la feria en si, al menos no para mi, sino la referencia que proporciona de la evolución del sector.
Y para terminar, unos ‘minutos publicitarios’ para que no os olvideis de un par de citas este año: en primer y destacado lugar no hay que olvidar a nuestros sufridos chicos de Hispalinux que se han currado una espectacular parrila de programas, actividades e incluso han creado una distribución propia ‘conmemorativa’ del envento. Más información aquí, pero desde ya os digo que pienso pasar revista. La segunda visita obligada es la del pabellón de FON. Repito mis reservas hacía la nueva empresa del señor Varsavsky pero es indudable que si hay algo novedoso este año es su planteamiento de una red wi-fi con un curioso ‘mix’ entre las comunidades ciudadanas libres de toda la vida, un lucrativo negocio para él y su gente y una forma de ganarse algunas perras para todo el que quiera… todo ello aliñado con un ‘airecillo’ a lo Robin Hood para ganarse simpatías y un divertido y adecuado diccionario de roles en torno. Si es capaz de conjugar todos estos aspectos de forma adecuada y sin desequilibrios, la cosa puede dar mucho de que hablar…
¡Ea!¡Allí nos vemos!